viernes, enero 8

Círculo


Derrepente me encuentro pensando,

craneando, creando, inventando,

cuando menos creo poder hacerlo.

A veces, y solo a veces que quede claro, miro al cielo

y al ver estrellas se me ocurren versos,

desesperados de encontrar poema y canción.

Versos cortitos como

"Estrella de infinitas pecas, ese eres tú",

o cosas más largas como

"Y si desearte el mal fuera mi cielo,

si desearte eternidad, fuese mi tierra,

y desearte, así, sin más... solo desearte fuese mi temple,

entonces, sin más me perdí en un mundo sin mar,

sin sol, sin luna y sin ti"


No, no es un poema de amor.

Ay lo siento, hoy no.

Hoy no siento amor, se me acabó la sangre que me bombeaba el corazón.

Si quiere, brindemos por eso.

Esta noche soy otra,

¡Se acabó!


Lo siento otra vez, mis palabras no son dulces como sus empolvados,

lo siento por segunda vez, mis versos no son dulces como sus palabras.


Mi boca escupe frases, mis manos escriben picante,

hoy no soy yo, lo siento... ¡he perdido mi alma!

No, no doy recompensa por algo que no me interesa,

¿está usted enterado del color de mi alma?

No tiene.


Dulce señor del sombrero de copa,

empolvado señor de ojos vagabundos.

Déjeme decirle que hoy, se acabó su turno en el juego,

déjeme contarle, que estuvo a punto de ganar,

pero estaba muy ciego cuando tuvo que ver,

no estuvo atento,

lo siento, ahora creo que no fue error del otro jugador, como creía,

fue suyo... ¡oh si! ¡FUE SUYO!


Que alivio señor, que alivio.

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