viernes, diciembre 28

Cronicas de un día de 48 horas

Me dijo Javier, un día cualquiera, de un verano cualquiera...
-Que poco te quieres a ti misma...
"Que poco te quieres a ti mísma..." Me lo dijo Javier, y Javier, era importante ese día.
No tan solo ese día, sino, todos los días, tenia ese ángel especial que me alegraba el día, como nadie lo hacia... Y resulta que el no se esforzaba por hacerlos, era yo quien intentaba ser feliz para el, por que lo veia con una fortaleza abismante, envidiable e incluso, aterradora.
Todas las mañanas despertaba y me miraba al espejo, y no veía nada, no me criticaba... nada, tan solo me lavaba la cara, me cepillaba los dientes, y tomaba desayuno, luego la ducha y bueno, asi... a diario.
En las tardes me encontraba con Javier en la plaza, eramos vecinos y yo siempre salía a comprarme unos cigarrillos, para pasar el tiempo... Para matar el tiempo, para llenar mis pulmones de asquerosa nicotina, era un suicido lento, no ? No, no lo hacia a propósito... a mi me gustaba vivir, me gustaba escuchar a los pajaros, me gustaba el olor del sartén después de haber hecho huevos fritos, me gustaba vivir sola, y poner a todo volumen la música de la radio y cantar y volverme loca, me gustaba hablar con el espejo, y mirar mis defectos... también mirar lo que no todos veían a menudo, mi sonrisa, el brillo de mis ojos, la forma que toma mi cara al sonreir... ¿Qué le importa a los demás? En realidad nada, en realidad, a Javier tampoco, eso no lo hacía especial.
Y juro, que eso no me importaba. Y también juro que Javier no me gustaba.
El saludo con Javier era frío, era aburrido, era estúpido, literalmente... Si uno se fija en la situación, en su pasado, su presente y futuro.
Sonreía de oreja a oreja cuando me veía salir del supermercado, con mi cajetilla de cigarros en la mano y a veces, con dos latas de cerveza.
-No es para tí, imbécil...-le digo siempre, seria y muy creible
-Ah, bueno-decía en un tono seguro-¿Para quién son entonces?
-Ya, bueno por tu esfuerzo en convencerme, te la doy... Pero, conste, era para otra persona.
Mentira numero 1, era para el.
Mentira numero 2, no habia otra persona a quien darsela.
Comenzabamos a hablar de cosas trasdendentales para nuestras vidas, de el futuro, de la tecnología, de el, de mí, de todo, al final era un caos infernal, en la borrachera (luego de haber ido a comprar una y otra vez más y más cerveza) comenzabamos a hablar desde cuanto habiamos comido ese día, hasta decir y despreciarnos a nosotros mismos, hasta llorar. Ibamos a la casa de Javier alrrededor de las 11 de la noche y ahí veiamos nuestro programa favorito. Luego me despedía y me iba. No, el no me iba a dejar, porque no era su deber. No era mi novio, y no pretendia serlo, yo tampoco lo pretendía, eso creo, pero la cosa esque yo, Violeta Villalobos, estaba sola, sentada afuera de mi casa, sin llaves, un lunes en la madrugada a las 4.30. ¿Lo peór? al día siguiente habia trabajo que hacer.
La posibilidad de abusar de la confianza de mi amigo el borracho, Javier, era tentadora, pero a la vez muy vergonzosa y por lo tanto, descartada totalmente. De cualquier manera, saltar la reja no era dificil, romper un vidrio tampoco... Aunque comprarlo era caro... daba igual.
Entonces fue como ese día empezó mal, lo que pasa esque nunca terminó.
Hize lo que pensé, salté la reja y rompí el vidrio con una piedra, sufrí al darme cuenta que rompí el vidrio equvocado y tuve que romper el correcto y así arruiné a ventana de al lado de la puerta principal. Y todo esto ocurrió entre las 7 y las 7.30 am. En 20 minutos, me duché, dormí (5 minutos) comí y salí a las 7.50 puntual, para 15 minutos más tarde llegar a mi trabajo, con 5 minutos de retraso (no debí dormir), pero no me llevé ningún reproche, porque no habia llegao del Jefe, solo habia llegado Vilma, pero la vieja solo se limitó a emitir un gruñido y a balbusear un "buenos dias".
Me andaba quedando dormida de pié, y a la hora de la colación en vez de comer, dormí sobre la mesa de la comida.
A las 3 en punto de la tarde, me dispuse a salir del trabajo, tomar mi bicicleta e ir rumbo a casa, me tambaleé un par de veces por el sueño pero logré llegar a mi casa. Me quité el molesto uniforme y dormí hasta las 6.34, me duché, y a las 6.59 salí en busca de humeantes y suicidas cigarrillos.
Compré dos cervezas también. Pero no tenia muchas ganas de beber ese día.
Divisé a Javier y le sonreí, le ofrecí la cerveza sin bromear, y le conté lo que habia pasado despues de irme de su casa a las 3...
-¡Pff! Aquí tenemos a la más idiota del mundo... ¡no me costaba nada dejarte dormir en la cama de mi hermana! Sabes que anda de viaje con su pololo, ¿me tienes miedo acaso Viole?-miré al suelo-Violeta... ¡Violeta Villalobos, mirame cuando te hablo!-levanté la vista enojada-Sabes que odio que mires al suelo, derrotada
-¿Derrotada? ¡¿Derrotada de que por favor?! ¡Si no tengo por qué competir! No por trabajo, no por amigos y menos, por belleza.
-Que decepcionante es escucharte hablar...-me miró fijo y con un tono triste, con el que nunca antes me habia hablado, escupió las palabras que habian en su boca y que le molestaban-Que poco te quieres a ti misma... Que poco te quieres a ti misma Violeta. Y yo que te quiero tanto, me doy cuenta de qu eno te puedo querer si tu no te quieres primero...
-Javier...
-Javier... Si, soy yo Viole, soy yo y siempre te voy a escuchar, aunque seas la estúpida más estúpida del mundo... como hoy...
Como hoy, como ayer, como mañana, como siempre. Javier era el apoyo que tenia, y yo lo queria por como era, por como me hablaba, por como me retaba, me cuidaba y me molestaba.
-Yo igual te quiero Javi...
Javi, el barbudo bueno para leer, Javi, el que comia a deshoras, Javi, el unico gordito que me hacia reir demasiado. Javi. Tú, te quiero. Lo dije, Violeta Villalobos puede gritar que quiere a "Javi" su amigo del alma
-Que importante es para mi que me quieras...

Pero no era mas que eso. Importante. No se cuantas veces se lo dije denuevo hasta que entendió el mensaje, hasta que comprendó lo que quería decir, pero que no me habia percatado.

Y las palabras quedaron grabadas en el banco de esa plaza, en el cigarrillo que yo sostenía en la mano al decir todo eso, en la lata de cerveza que Javier sostenia y estrangulaba al hablar.
Las palabras quedaron en el viento. Los recuerdos en la memoria. Y los sentimientos, como siempre, en el corazón.



FIN