lunes, octubre 29

Diario 3

Estoy empezando a sentir la imperiosa necesidad de amar.
Mi teléfono no ha sonado con ningún motivo meloso hace meses.
Me teñí el pelo innumerables veces para ver si esto cambiaba algo las cosas, intenté cambiar mi dirección, y mi forma de vestir.
Sigo totalmente sola.
Me siento los domingos en la tarde a fumar un cigarro y tomar té en el balcón.

Las miradas furtivas que antes eran amores fugaces en el metro ahora solo son regaños de mujeres que me miran con furia por que pasé a llevar sus bolsos con mis pies.

De verdad, estoy perdiendo la paciencia.
Me cambié de ciudad, de nombre y de apellido.
Cambié el tamaño de mis labios para que encajaran con los tuyos.
Modifiqué mi cintura para que tus manos la moldearan a su voluntad.
He preparado almuerzo para dos cada día del mes desde que se te quedó tu chaqueta acá,
de ese modo cuando regreses a buscarla habrá comida para ambos.

Pero ya van cuatro meses desde que tu chaqueta se quedó acá,
y algo me dice que no vas a venir por ella.

Y es por eso que estoy sintiendo la imperiosa necesidad de amar.

viernes, octubre 19

Hospital


Cuando llegamos a Barcelona, llegamos a un lugar detrás de la plaza, tocamos el timbre y
de pronto la puerta de la casa blanca se abrió y los marcos azules tenían distintos carteles pegados que decían: “Resonancia”, “Reposo”, “Salón”. Entonces noté que era un hospital, su dueña era la madre de todos los pacientes, estaba recostada en una cama con un sombrero de lana celeste en su cabeza, unos lentes y un manto blanco que le cubría las piernas y el torso:
- Aquí cuido a mis niños – nos dijo – viene una nana dos veces por semana y nos limpia el hospital, tengo que inyectarle suero a algunos de vez en cuando.
Pasamos un rato en silencio, estuvimos así hasta que un niño con atisbos autistas y una enorme herida en su mano derecha entró al cuarto, por su aspecto yo imaginé que tenía unos 14 o 15 años, pero para mi sorpresa Doña Inés nos contó que tenía 32 y que no sabía como pero aún parecía “un lolo”, la herida se la había hecho hace ya tres meses pero aún no podía cicatrizarla por que se golpeaba constantemente y sangraba mucho.
- Ahí es cuando tengo que hacerle curaciones, cuando no me queda algodón con confort no más, este es un hospital sin financiamiento gubernamental, así que nos mantenemos con lo poco que nos da la gente, las limosnas –
Horas más tarde pudimos ver como Federico, que así se llamaba, se intentaba quemar la mano en la cocina, abriendo la herida una vez más y aunque quedaba algodón el espectáculo fue bastante desagradable, sus gritos y lamentos eran indestructibles, incluso al taparme los oídos pude escuchar claramente todo lo que tenía que decir con respecto a su madre y los muchos hermanastros que había ganado por su loca juventud.
No soporté más y salí, nunca entendí por que llegué allá, salió mi madre persiguiéndome y yo, desesperado corrí y lloré.
No quise volver a esa  plaza y tampoco a Barcelona, así que desde ese día que estoy acá sentado, esperando que se me borre el eco de los gritos del salón.

sábado, octubre 13

701

Cuando estoy en los paraderos
Es cuando más más te extraño
No puedo hablar
Muda
La memoria hablando
Mi cara cegada mirando los autos
Las micros
Y pienso en el septimo piso
Estamos en Nataniel Cox
O en el parque Ohiggins
O caminando por la calle
A esta hora
En un taxi dopado azul
Dormidos hablando
Donde estás
Donde estás

Se me caen los ojos
Tengo mis aros colgados en tu cartón
En tu sillón amarillo
En el septimo piso
Pero como nunca fui importante
Nunca fui la parte más dulce de la sandía
Yo no estoy en tu cabeza ahí
Ya me perdí muy lejos
Ni siquiera soy capaz de rozar tus neuronas

miércoles, octubre 10

Túnel

Estoy sola
encontré un pasaje azul
quiero ser más
ir más
sentir más
volver más...
Y menos.

Ese es el terrible tren que está detenido
Estoy baleada en la calle
apedreada sola muerta bruta puta sucia

silencio...
alguien se aproxima.