domingo, diciembre 21

Su revolución

El joven revolucionario, que es más revolución que humano .. siente la sangre correr sus venas, y está enamorado de el color que la tiñe, frágil anilina roja que se transforma en bandera protestante. Sale a la calle asustado pero desafiante, a ver quien se atreve a discrepar con el.. agita su mano como bandera, sus ojos llenos de visiones se marchita de a poco, el muchacho carece de amor, y desesperado lo busca en lo que llama su partido.
El no quería ser revolucionario, a el se lo pidió la sangre, a el se lo pidió el alma.. a el lo obligó la esperanza.
El no quería ser revolucionario, pero su sangre ardía cada vez que la injusticia caía sobre su pueblo, y entonces sentía una necesidad de luchar, la obligación de combatir.
Las ideas claras en su mente se opacan con el deprimente olor de una muchacha. Ese olor, espantoso, parece encantar al joven no mencionado pero si deducido comunista. El revolucionario de sangre roja siente que su corazón late alborozado, pero que esta vez no late por sus ideas, no late por su partido, no late por el rojo de su bandera.
Ahora es la chica de baja estatura, facciones toscas y pelo de muñeca, la que parece ser idea en mente. Amor en un corazón.
Ahora que el joven quiere ser revolucionario, ahora que el joven encontró su revolución, ahora que logró llegar a la primera meta, es apropiado prohibirle el llanto, prohibirle la risa y prohibirle la burla.