lunes, noviembre 9

Verborrea I

¿Tu sabes cuanto tiempo
tarda el reloj en volver a las doce?
¿Son veinticuatro horas las que nos atrapan?
no tengo idea, una tarde cualquiera voy a encontrar la respuesta.

Como cualquier tarde de cualquier verano
o de cualquier otoño
donde me encuentre tus zapatillas grises
o lo que sea que tenga un atisbo a ti.

Cualquier guitarra o cualquier djembé
o cualquier instrumento en cualquier carrete.

En una tarde que prende fuego y nacen esperanzas verdes
que después son cenizas grises
otra vez grises
como tus ojos que a veces cambian de color
o mi mirada que a veces cierra ventanas.

Como esos caballos con los que hablé cuando fui de paseo
o las ovejas que alimenté y me regalaron una mirada tenaz.

Como ver la foto de Nicanor Parra y seguir imaginando
que me lo voy a encontrar en una playa imaginaria
con un libro imaginario
y que yo estaré justo con uno de mis poemas imaginarios
y que lo leerá y me dará un elogio imaginario.

Como imaginar a la Violeta Parra diciéndome
que lo hice todo mal
que así no se hacen ná las cosas acá!

Y seguir y seguir imaginando
las miles de opciones que podrían haber sido
pero que hoy ya no fueron
y algunas nunca lo serán.

No quiero ser pesimista
pero tengo un presentimiento
y lo quiero ignorar

pero ustedes ya saben como son los presentimientos

son porfíaos, se te meten debajo del pecho
y saltan como si la piel de mi corazón fuese una cama saltarina
y mis entrañas el cielo
y mis ojos el sol
y mis pies las raíces
que me duelen porque se despegan del suelo
y sangran
porque no soy un árbol
pero aún así tengo raíces
que sangran, tanto tanto sangran
que me quedo seca a ratos
hasta que se me caen las lágrimas
o la saliva
o me meto al río

o me hidrato con una canción que me haga sentir fuerte un ratito.


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